sábado, 27 de agosto de 2011

No creo en los fantasmas, creo.

Incluso a la persona con las ideas más claras del mundo, el subconsciente le traiciona sin poder hacer nada por evitarlo. Se trata de algo anexo a nuestra mente de lo que no somos dueños, y por eso mismo es imposible domarlo. Y aunque durante el día nos creamos dueños de nuestros pensamientos, nos hacemos un flaco favor al intentar convencernos de que pasará lo mismo cuando se ponga el sol.

Sin pretensión de hacer un psicoanálisis, confesaré algo: Hace ya un tiempo que alguien se cuela en mis sueños; alguien cuya vida se cruzó con la mía pero que en la actualidad no es más que un fantasma del pasado. Alguien que entró por la puerta grande pero que un buen día salió por la de atrás, dejándolo todo desordenado.

Hay cuentas pendientes, sin saldar, conversaciones que no se han producido (ni se producirán) y una red de dudas que no han hilado más que una barrera hacia el futuro, el progreso. Supongo que éste es el mecanismo que tiene la mente para manifestar su intranquilidad, su desconcierto y su malestar, que si hoy aún no han cesado, en un plazo medio lo harán.


WORRIED

jueves, 28 de julio de 2011

Carta a ninguna parte

Hola querida, soy yo.
Anoche decidiste romper por fin tu silencio, ¿por qué? Bueno, no es nada nuevo... Puesto que ya lo hiciste una vez usando el mismo intermediario, la pantallita de un móvil; de modo que sigues en silencio pero en ocasiones te traicionan las articulaciones de los dedos.

Tu actitud impredecible y también incoherente a veces, si me lo permites, ha llevado a que tus acercamientos me alejen de ti. ¿Sabes? Ya no confío en ti y lo que más me disgusta pensar... No creo en ti. Te mentiría si te dijese que esta noche no he dado vueltas en la cama pensando en tus palabras, pero este juego se ha llevado mucho de mí a su paso.

Hice cuanto pude mientras estuvo en mi mano y aún así decidiste coger el timón sabiendo que nos perjudicaría a ambos. Hoy me faltan alicientes para ofrecerte el hombro de nuevo y solamente me sentía en la obligación de escribir esta respuesta, pero no es para ti; ya no.

No te preocupes por mí, estaré bien.

Analogue

miércoles, 27 de julio de 2011

Una llamada sorda


Podría haber titulado la entrada como "Una carrera de caballos II" pero habría sido poco original por mi parte y he decidido centrarme en los hechos. Me ocurrió hace un par de días: Al no entender qué había pasado para que se distanciase de mí, decidí preguntárselo. Es obvio que la pantalla de un móvil más que una ayuda es un inconveniente a la hora de comunicarse, puesto que con unos simples caracteres no se puede expresarse con claridad y fluidez. Eso mismo debió de pensar ella también cuando al rato de intercambiar mensajes escritos mi móvil empezó a sonar. Era ella.

Miré a la pantalla con cierto desconcierto, dubitativo por contestar o no. Al final decidí armarme de valor y pulsar el botoncito verde y con evidente pánico y temblor en la voz, pronuncié su nombre; no hubo respuesta.

La persona que se encontraba al otro lado del teléfono no fue capaz de articular palabra y tras largos minutos intentando hacerla hablar, desistí y colgué el teléfono.

Todo esto me ha hecho pensar en que con ese silencio resulta que se dijo mucho. Se dijo por ejemplo que era una persona asustada y con falta de valor para dar una explicación. Se dijo que estaba sumergida en un mar de dudas en el que se encontraba atrapada, y también se dijo que aunque era consciente del daño que estaba haciendo, no podía dejar de hacerlo.

Su silencio perdura hoy todavía.


martes, 26 de julio de 2011

Una carrera de caballos

Por mucho que creas que conoces a alguien, nunca dejará de sorprenderte; de sorprenderte y de decepcionarte a su vez.

Me remonto a los hechos: Éramos jóvenes, inocentes y desinhibidos. Nos encontramos por pura casualidad hace ya unos meses... Y como ya dije en mi anterior entrada, de cuatro posibilidades que había en la ecuación matemática-amor, tuve suerte y se dio la primera de ellas. La relación se inicia con ilusión y ganas (como todas las que se inician obviamente) porque ella era un diamante en bruto que acababa de descubrir, y al parecer yo era la persona encargada de inaugurar el primer eslavón en su vida amorosa. Pero por cosas de la vida, un buen día su naturaleza incierta e imprevisible decide que lo mejor será tener una amistad (que a veces cruza la línea pero que no llega a relación al fin y al cabo).

Y cuando parece que esta nueva situación empieza a funcionar mejor que la anterior, viene "el viaje". Un viaje de tres semanas en el que yo aquí y ella allí vivimos nuestras vidas por separado pero con varias señas de cariño y de anhelo... Incluso en ese intervalo de tiempo llegó a mí una carta en la que no había nada escrito; era una fecha todo lo que contenía aquel sobre, la fecha en la que nos volveríamos a ver de nuevo.

Esperé ansioso su llegada, pero cuando se produjo noté cierto distanciamiento; tanto que hoy aún sigo esperando ese reencuentro.

Aunque no me guste pensarlo, soy una especie de "experimento amoroso" en el que un día aposté por el caballo perdedor y la jugada ha salido en mi contra. Con esto he aprendido, que como en las apuestas de caballos... El caballo es libre de hacer lo que quiera, pero sus actos tienen consecuencias en las quienes han depositado su confianza en él y a fin de cuentas la persona que sale perdiendo no es el animal, sino la que apuesta.



2307 Bournemouth

lunes, 25 de julio de 2011

Las matemáticas no valen en cuestiones de amor

Por suerte me desvinculé hace ya algún tiempo del racional mundo de las matemáticas y he olvidado gran parte de lo que en algún tiempo aprendí. Sin embargo, una experiencia personal me ha llevado a plantearme la veracidad de una regla facilísima que se me ha quedado grabada en la memoria; la cosa era más o menos así:

+ y + = +
+ y - = -
- y + = -
- y - = +

Hablemos de amor: Chico conoce a chica y chica conoce a chico. ¿Qué pasa a continuación? Hay cuatro posibilidades: En el primero (y en el mejor) de los casos, el al chico le gusta la chica y a ella le gusta él; + y + = + y los dos felices y a comer perdices.
En el segundo, imaginemos que a él le gusta ella pero a ella él no; sería el + y - = -
En el tercero, pasa que a ella le gusta él, pero a él ella no: - y + = -
Y para finalizar, el cuarto caso; aquí viene la falacia, la brecha de la matemática, la excepción que rompe la regla: En caso de que ninguno de ellos se gusten en teoría tendríamos un - y - = + pero en lugar de eso lo que tenemos es un - y - = -

Alguien debería explicar que la probabilidad de que una relación salga bien, es en realidad como la probabilidad de tener los ojos azules. Los que habéis estudiado biología sabréis de qué hablo, pero en conclusión, hay una posibilidad de entre cuatro de que salga bien.

Y para terminar, me viene a la cabeza una frase que dijo una vez Jean-Paul Sastre: "Si dos personas están de acuerdo, es por un malentendido".
El amor...

Empezamos

Se dice que es más fácil contar las cosas importantes a personas desconocidas que a las que conocemos muy a fondo, por aquello de que las primeras no no juzgan... por eso, creo innecesario hablar de mí. Prefiero que sigamos siendo desconocidos para poder hablar libremente y sin preguntarme cosas como "oh, dios mío, ¿qué pensarán de mí?" o "desconocía esta faceta tuya...". Yo no os conozco, vosotros no me conocéis a mí, así que os propongo empezar de cero.

¿Por qué he decidido empezar este blog? Es una pregunta a la que no he conseguido dar una respuesta firme y concisa... supongo que se han juntado el los factores lugar/tiempo/situación adecuados y lo más importante... me siento con la necesidad de contar cosas. No prometo grandes historias, pero sí reflexiones sobre cosas que.... tal vez os hayan sucedido y/u os sentiréis identificados.

Así pues, se sube el telón de lo que será vuestra casita de vacaciones, para que visitéis tantas veces como os apetezca.